Hoy es el día en que reconocemos a las mujeres, pero es un día del siglo 21 muy importante porque hay una revolución en marcha que ya no se va a detener, que aquella mayoría de hombres conscientes o inconscientes de sus privilegios pero habituados a él, ya no detendrán.

Es entendible que muchos hombres se encuentren a la defensiva de esta revolución y traten de minimizarla, estigmatizarla o invisibilizarla; es consecuente con lo que los hombres machistas siempre han hecho; pero aún los que están intentando no serlo deben tener paciencia con las mujeres que estamos con los brazos en alto reclamando derechos absolutos que por milenios han sido negados o ignorados.

Esta lucha no es nueva, viene de décadas atrás con muchas mujeres que sacrificaron sus posiciones en la sociedad, su prestigio en los estándares masculinos, y algunas hasta sus vidas por ir imponiendo las ideas que hemos heredado y afinado en este siglo 21, pero lo que es nuevo es la potencia y el alcance que estas ideas están teniendo hoy en nuestras sociedades a nivel mundial. Las redes sociales, con todas sus desventajas, nos han procurado una enorme, histórica ventaja en esta lucha: y es que el problema del machismo y la hegemonía masculina en la mayor parte del mundo occidental se ha podido visibilizar y comprar a través de distintos países y latitudes, culturas y espacios. 

Por primera vez hemos empezado a construir una comunidad global en la que las mujeres nos sentimos identificadas, escuchadas y sostenidas porque nos vemos experimentar los mismos patrones de problemas de injusticias, inequidades, violencia y hasta asesinato por parte de los hombres machistas. Y eso, se entiende, tiene a tantos hombres asustados, cuando no indignados por la posibilidad inminente de ir perdiendo sus espacios de poder y abuso.

Entendemos que hay motivos para estar asustados; muchos de los que incluso recién comienzan a abrir los ojos se quejan de que su virilidad y juegos sexuales se están censurando en el horizonte de esta lucha, y, claro, que están confundidos y descolocados, porque lo que se viene sin vuelta atrás es un cambio de paradigma que estamos comenzando todos y todas a vivir y que supone un lento pero irreversible cambio de hábitos, de cómo los hombres tratan públicamente a las mujeres, pero de cómo las tratan en privado también, a ellas, y cómo tratan a las mujeres en privado entre los hombres.

Pero también es un cambio que muchas mujeres aún colonizadas por el machismo imperante tienen que comenzar a transitar. Y eso también es todo un reto lleno de complicaciones, marchas y contramarchas individuales. Pero sepan que el cambio es real, presente, inminente, está acá, está sucediendo y ya nada ni nadie lo para. Sepan que nos toca a esta generación y a las que vienen ir construyendo la nueva sociedad que queremos, las nuevas relaciones equitativas y justas; nos toca a todos nosotros y nosotras ser protagonistas activos de estos cambios. ¿Cómo? ESCUCHEN, ESCUCHEN y no estigmaticen discriminen, invaliden a las mujeres, ni siquiera a las más extremas posiciones porque tienen y tenemos razones para estar molestas, para exigir no lo necesario solamente sino lo suficiente y justo. Y vamos a afilar nuestros dientes si es necesario porque la situación es insostenible.

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[Foto de portada: Andina]