Esta crisis se le presenta a Martín Vizcarra como una oportunidad de oro para por fin gobernar y a la vez poner en su sitio al fujiaprismo que obstruye el avance del Perú desde hace dos años. A su favor, el presidente tiene el hartazgo de la población con los políticos tras los casos de corrupción 'Lavajato' y 'CNM Audios'. Además, el Congreso de la República tiene el nivel más bajo de aprobación en las últimas décadas.

En este contexto, la soledad política de Vizcarra puede ser hoy una fortaleza, pero el mandatario debe entender que no puede retroceder ni un milímetro. Cuando se atreva a hacerlo, será apanado por la ciudadanía que no aguanta una mecida más. 


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