¿Vacar o no vacar? Ese parece ser el dilema nuevamente . 

Alguien que es incapaz de distinguir el uso de lo público para lo privado, el aprovechamiento de lo público para los fines privados, está moralmente incapacitado para gobernar. Y de otro lado, si bien no es el primer presidente que miente, en su caso ya no hay siquiera confianza mínima en su palabra. Y alguien en un cargo tan importante y delicado, y cuya palabra ha perdido valor, es un peligro para la nación. Alguien con tal facilidad para mentir reiterada y nacionalmente, carece de la capacidad moral para dirigir una nación.