Las crisis personales de Keiko, Alan y Kuczynski han sumido hoy al país en una crisis que parece no terminar de tocar fondo. Esta crisis perturba todo el sistema político porque, en su carrera desesperada por salvarse de la cárcel, los tres siguen cometiendo más delitos para desaparecer el delito previo. Y en ese camino ponen en peligro todos los otros poderes y contrapoderes de la democracia. Y cuando el sistema se vuelve funcional a los corruptos, y las instituciones son incapaces de corregir y enmendar el rumbo, el antisistema es el único camino.